El 8 de enero de hace 128 años (08.01.1894), nacía Raimundo Kolbe, hijo de Julio y Marianna Kolbe. Raimundo “Mundek” fue el segundo de tres hermanos (el mayor Francisco y el menor Alfonso). Como es sabido, tras profesar como franciscano, Raimundo Kolbe recibió el nombre de Maximiliano María, con el que ha pasado a la posteridad.

(Casa natal de San Maximiliano en Zdunska Wola)
Transcribimos a continuación en su traducción castellana la partida de bautismo que redactó el sacerdote Franciszek Kapalczynski, párroco de la Parroquia de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María del pueblo natal de San Maximiliano, Zduńska Wola. Esta localidad en aquel momento se encontraba en la parte de Polonia perteneciente al Imperio Ruso, por lo que el original de la partida de bautismo se redactó en lengua rusa y la fecha del nacimiento y del bautismo se consignó necesariamente según el calendario juliano y no gregoriano. Curiosamente, San Maximiliano Kolbe solía declarar como fecha de su nacimiento la del 7 de enero y no la del 8 de enero.
“Ocurrió en Zduńska Wola, 27 de diciembre 1893 (8 de enero de 1984, según nuestro calendario gregoriano), a las 4 de la tarde compareció en persona Juliusz Kolbe, de 23 años de edad, tejedor, con domicilio en Zduńska Wola en compañía de Leopolda Lange, de 30 años de edad, de la aldea de Zduny, y de Franciszek Dąbrowski, de 30 años de edad, de la aldea Ogrodzisz, ambos tejedores, y nos mostró un niño varón, manifestando que había nacido en la aldea de Zduńska Wola, el día de hoy, a la una de la madrugada, de su legítima esposa Marianna, nacida Dąbrowska, de 24 años de edad. Al recibir el santo bautismo en el día de hoy, le fue impuesto el nombre de Rajmund (Raimundo), siendo sus padrinos de bautismo Leopold Lange y Anna Dąbrowska. Partida de bautismo nº 12/1894”.

(Pila bautismal de la Iglesia de la Asunción de la Virgen en Zdunska Wola,donde San Maximiliano recibió las aguas bautismales)
Además os brindamos la traducción de una poesía dedicada a los sacerdotes, escrita por Fr. Alfonso (José) Kolbe, el hermano pequeño de San Maximiliano, también franciscano conventual y presbítero, quien fue su gran colaborador y redactor de El Caballero de la Inmaculada, hasta su repentino fallecimiento de apendicitis en 1930. El poema refleja claramente el celo sacerdotal abnegado que unió y estimuló a los hermanos Kolbe: ¡ad maiorem Dei gloriam, per Immaculatam!
Bienaventurados, los que en ofrenda
A sí mismos se han entregado al Señor de señores
Y a Él sinceramente quieren servir
Entre fracasos, desprecio y acoso
Así transformados por el impulso de la gracia:
¡Bienaventurados!
Bienaventurados, los que sus fuerzas
Y sus trabajos, dificultades y sufrimientos
Disponen de tal modo que les aprovechan
Para gloria de Dios y la salvación de las almas
Salvando al prójimo, se salvarán
¡Bienaventurados!
Bienaventurados, los que el amor propio
Y los respetos humanos han conseguido pisotear
Porque hallarán la libertad y un camino claro:
El alba dorada les brillará a lo lejos
Y seguirán, contemplando, dicha estrella:
¡Bienaventurados!
Bienaventurados, aquellos cuyo trabajo fatigoso,
El más noble – se malogra…
Y ellos, en efecto, no terminan la guerra.
No les vencen oscuros pensamientos
Siempre obran, sin desalentarse:
¡Bienaventurados!
Bienaventurados, cuando sus intenciones
– Limpias como el cristal, nobles como la lágrima
Son calumniadas por doquier, sin medida
Y sean consideradas deleznables, horribles
Si perseveran, siendo así juzgados
¡Bienaventurados!
Bienaventurados, los que en sequía,
Sin el consuelo del rocío, son diligentes
De la tierra y del cielo les falta el aliento,
Pero ellos son inmutables
Trabajan ágiles, nada les cambiará:
¡Bienaventurados!
Bienaventurados, si su trabajo
No persigue siquiera ventajas eternas
Sino a Dios solo se dirige
Quien sus concupiscencias purificará
Se deleitarán saciados:
¡Bienaventurados!