Compartiendo vivencias

Compartiendo vivencias

09 septiembre, 2011 | En España

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Paz y bien: comparto con todos los mílites y seguidores de la Milicia de la Inmaculada en España lo que he escrito a los fieles con los que he compartido mi segunda peregrinación a Madjugorje. Todo sea para gloria de Dios y de nuestra Madre Inmaculada.

Queridos co-peregrinos: paz y bien.
Hace una semana que volvimos de Medjugorje y lo hemos celebrado con la Natividad
de Nuestra Madre, la Gospa, la Inmaculada Madre de Dios. ¡Bendita sea María
Santísima, la primera flor del jardín de la humanidad!
Os agradezco mucho la unión en la oración y rezo por vosotros.
Ayer le decía a uno de mis hermanos frailes que la peregrinación a Medjugorje ha
sido una profunda confirmación de mi sacerdocio. Vosotros lo podéis entender muy
bien, porque cómo hemos vivido los sacerdotes el actuar «in persona Christi».
¿De qué si no tantas gracias como han pasado por nuestras manos y por nuestras
palabras? ¡María ha movido tantos corazones para llevarlos a Jesús! Y también
los nuestros, porque uno vuelve con el compromiso serio de no desperdiciar ni un
sólo segundo de su vida, sino entregarlo todo por la salvación de las almas.
Mi experiencia en Bruselas ha empezado muy bien. Me siento como en luna de miel.
Ya me han cargado de tareas comunitarias y ya tenemos previsto un encuentro de
«alabanza, adoración y servicio de sanación» para el día de san Miguel, de 15:00
a 18:00, (seguro que algunos recordáis que estoy redescubriendo su figura: ¡no
hay casualidades!) y un encuentro con jóvenes los días 13 y 14 de octubre, y
vamos ha participar en varios encuentros carismáticos de la zona, etc. Lleno
pues de vida e ilusión, de la mano de María.
Por favor, cuidad el regalo que la Gospa os ha hecho, no ahorréis esfuerzos, es
clave la perseverancia, el ponerse metas según el corazón de la Inmaculada, no
aislarse, antes al contrario, buscar la ayuda y el compartir con los hermanos en
la fe. Y luego: misión y nueva evangelización, como nos pide la Iglesia, y por
lo tanto la Madre de la Iglesia, nuestra querida Gospa.
Con todo mi afecto y mi bendición sacerdotal,
fray Gonzalo Fernández-Gallardo, OFM Conv.