El Cristocentrismo en San Maximiliano Kolbe

El Cristocentrismo en San Maximiliano Kolbe

18 septiembre, 2014 | Escritos sobre San Maximiliano Kolbe

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El origen de la medalla milagrosa se remonta al año 1830 y reproduce el modelo que la Inmaculada le mostró a la novicia sor Catalina Labouré en París, al tiempo que prometía grandes favores a quienes la llevasen. El padre Kolbe, convencido de que se trataba de un arma poderosa para la conversión de los hombres, la adoptó como insignia y también como munición o balas de la Milicia de la Inmaculada. Pero también la recomendaba por su contenido simbólico: en ella aparecen los corazones de Jesús y de María debajo de una cruz sobre la letra M. 

Este detalle nos invita a preguntamos acerca del lugar que ocupó Cristo en el P. Kolbe, teniendo en cuenta la singular importancia que concede a María.

  De sobra es conocido el transparente Cristocentrismo de San Francisco de Asís y, en general, de los franciscanos, en sintonía con los planteamientos del Vaticano II. De ahí le viene a la Orden una de las principales razones de su actualidad. Ahora bien, desde esta perspectiva, ¿qué podemos decir del padre Kolbe? No son pocos los prejuicios que existen hoy a la hora de nombrar a María. Se tiene miedo a hacerle sombra a su Hijo Jesucristo, el único Señor, Salvador y Mediador entre los hombres y Dios, centro del universo y Principio y Fin de todas las cosas. Ciertamente, la figura de María sacada de su contexto no tiene ningún sentido, pero cabe preguntarse si es éste el caso del padre Kolbe, para el cual María aparece siempre en total referencia y dependencia de Dios. Ella es la esclava, sierva, hija, cosa y propiedad de Dios; Esposa del Espíritu Santo y Madre de Jesucristo; por eso le parecían infundados tantos temores: «¡Qué poco conocida es aún en teoría la Inmaculada; y menos en la práctica! ¡Cuántos prejuicios, incomprensiones, dificultades se agitan en las mentes! Permita la Inmaculada iluminar esas tinieblas, disipar esas nieblas frías y reavivar e inflamar sin límite alguno el amor a ella con total libertad, sin vanos temores que restrinjan o enfríen los corazones. Para que no se busque al Rey (a Jesús) junto al palacio (María), sino dentro del palacio, en sus salones interiores». 

Jesús acompañado de la Bella María

 Por otra parte, es precisamente la imitación de Jesucristo -tan franciscana- la que nos debe llevar a desterrar cualquier temor. Dice l P. Kolbe: «porque nunca podremos igualar el amor que le profesó Jesús (a su madre); y nuestra santificación consiste en imitar a Jesús». Dice también: «Miremos a Jesús, nuestro modelo más perfecto: El, que es Dios, la santidad misma, se da a la Inmaculada sin ninguna reserva, se hace su hijo, quiere que ella lo guíe a su gusto durante treinta años. ¿Tenemos necesidad de un motivo mayor? Sigamos el ejemplo de Jesús!». Aún cabría preguntarse: Si Cristo es el centro, ¿qué sentido tiene una evangelización como la suya, totalmente consagrada a dar a conocer y hacer amar a María? A esto, él responde que «es necesario nutrir a las almas con la Inmaculada para que lo más pronto posible se hagan semejantes a Ella y se transformen en Ella. Entonces amarán a Jesús con el corazón de la Inmaculada».

 Por último, no hay nada en su doctrina acerca de María que no esté presente en la Mariología tradicional o que no haya sido confirmado plenamente por el conocido capítulo octavo de la Lumen gentium. El padre Kolbe fue eminentemente pragmático y su originalidad estriba fundamentalmente en haber sabido captar la importancia práctica del papel de María en la vida y misión de la Iglesia.  Kolbe: la fuerza creativa del amor.

(Breve biografía del Mártir de la Caridad:San Maximiliano Kolbe)
Fray Tomás Gálvez Campos O.F.M.Conv.pág.