(Fotografía con San Maximiliano en el trabajo de «El Caballero de la Inmacualda» en Japón)
Comenzó la Cuaresma, y con ella, el recuerdo del sufrimiento de Jesucristo. Sería muy bueno que cada uno se administrase a diario dos o tres mortificaciones, aunque sean pequeñas, pero que estén presentes permanentemente durante toda la Cuaresma: la mortificación de los ojos, la renuncia a alguna palabra en broma, etc. Es decir, cosas que no perjudican a la salud, porque necesitamos fuerzas y salud para trabajar por la gloria de la Inmaculada (SAN MAXIMILIANO KOLBE, Mugenzai no Sono, Viernes 3 III 1933, durante la reflexión,apuntes del h. Sergiusz Pesiek).