Madre Santísima, ¿aún sufre tu Inmaculado Corazón? ¡Queremos reparar y consolarte!

Madre Santísima, ¿aún sufre tu Inmaculado Corazón? ¡Queremos reparar y consolarte!

02 septiembre, 2016 | Reflexiones sobre la Virgen

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“Trabajar al máximo de mis posibilidades para salvar a estas pobres almas y para reparar esas ofensas tan graves que se profieren cada día contra la Inmaculada, contra Dios” (San Maximiliano María Kolbe)

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San Maximiliano María Kolbe solía celebrar de modo particular las fiestas dedicadas a la Madre de Dios, como los sábados. Desde la antigüedad, la Santa Iglesia ha considerado este día como ocasión especial para profundizar en la devoción a la Santísima Virgen María y reparar por las blasfemias y ultrajes cometidos. El 12 de julio de 1905, el Papa San Pío X emitió un decreto en el que alababa esta práctica, al tiempo que ofrecía indulgencias por ella.

Nuestra Madre Inmaculada, siempre atenta a las necesidades de sus hijos, confirmó esta intención cuando se apareció a Sor Lucía de Fátima, siendo ella  postulante en el Convento de las Doroteas en Pontevedra (España). Según relata, Nuestra Señora se le apareció sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a su lado. La Santísima Virgen puso su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía su corazón rodeado de espinas. El Niño Jesús le dijo:»Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas.” A continuación, la Virgen María le dio la siguiente recomendación, fuente de salvación de tantas almas, además de consuelo de su Inmaculado Corazón:«Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos meclavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante quince minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme, les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación»

Lucía le habló (a Jesús) de la confesiónpara los primeros sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó: «Sí; todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y tengan intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María».

Quizá muchos se pregunten, ¿por qué cinco sábados? Después de haber estado Lucía en oración, Nuestro Señor le reveló el motivo:  «Hija mía, la razón es sencilla: se trata de cinco clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:

1-  Blasfemias contra su Inmaculada Concepción.

2-  Contra su virginidad.

3-  Contra su Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres.

4-  Contra los que procuran públicamente infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada.

5-  Contra los que la ultrajan directamente en sus sagradas imágenes.”

Hoy en día, basta leer un periódico, escuchar la radio, ver la televisión, charlar por la calle o, simplemente, estar atentos a nuestro alrededor… para conmovernos ante el dolor que debe de sentir la Virgen en su Corazón Inmaculado. Desgraciadamente, no son pocas las blasfemias y ofensas que a diario recibe nuestra Madre querida. Por eso su Corazón, como se manifestó a Sor Lucía, está cercado de espinas. Sin embargo, sabemos que Dios es Todopoderoso, que la victoria es Suya y que, en su infinita bondad, Él ha querido que sea a través de su Madre Santísima.

Aprovechemos el tesoro que nos brinda Nuestra Señora, uniéndonos a su Inmaculado Corazón, especialmente en los primeros sábados de mes. Pidamos a San Maximiliano María Kolbe que interceda por nosotros, para que como él, nuestras almas jamás se queden indiferentes ante cualquier espina que pueda traspasar y hacer sufrir el Corazón de Nuestra Madre. “He oído una horrible blasfemia contra la Sma. Virgen María. Ahora ya estoy curado; no necesito nada, sólo trabajar al máximo de mis posibilidades para salvar a estas pobres almas y para reparar esas ofensas tan graves que se profieren cada día contra la Inmaculada, contra Dios. ¡Basta de cosas semejantes!” (EK 988, A). Hoy, hacemos eco de estas palabras del P. Kolbe, impregnadas de celo y amor a la Santísima Virgen, para que como mílites de la Inmaculada queramos siempre defender a Nuestra Reina. Hoy, renovamos nuestra consagración, para que Ella nos siga haciendo cada día más suyos. Hoy, nos volvemos a adherir a su Maternal Corazón para vendar las heridas de sus espinas con nuestro pobre amor, con la esperaza de que, como Ella misma prometió en Fátima: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará”.