Reglamento de Vida de San Maximiliano Kolbe

Reglamento de Vida de San Maximiliano Kolbe

19 noviembre, 2016 | Materiales biográficos

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Propósitos kolbianos tras unos Ejercicios Espirituales “para leer cada mes”

Al terminar unos Ejercicios Espirituales que realizó en Cracovia, en febrero de 1920, el P. Kolbe escribió un Reglamento de Vida, unas notas en las que, según comenta Jean François Villepelée en su libro La Inmaculada revela al Espíritu Santo. Conversaciones y pláticas inéditas de San Maximiliano María Kolbe: “todo el pensamiento del Padre se encuentra aquí reunido en su germen”. De igual modo señala que el mismo P. Kolbe había anotado: “para leer cada mes”. Lo compartimos a través de esta web, para que todo el que lo desee pueda releerlo y meditarlo, como hizo el propio San Maximiliano.

1) Debo ser santo, lo más grande posible.

2) La máxima gloria posible de Dios mediante la salvación y la más perfecta santificación propia y de todos los que viven ahora y de los que vivirán en el futuro, por medio de la Inmaculada.

3) Excluye “a priori” el pecado mortal o venial voluntario. Serenidad a propósito del pasado. Repara con el fervor el tiempo perdido.

4) No dejaré pasar:

a) ningún mal sin repararlo (destruirlo) y

b) ningún bien que yo pueda hacer, acrecentar o al cual pueda contribuir de cualquier modo.

5) Tu regla es la obediencia = la voluntad de Dios por medio de la Inmaculada. Eres un instrumento.

6) Haz lo que estás haciendo; no te preocupes de ninguna cosa, ni buena ni mala.

7) Acción siempre tranquila, hecha con amor.

8) Guarda el orden y éste te guardará a ti.

9) Preparación, acción, conclusión.

10) Acuérdate siempre de que eres cosa y propiedad absoluta, incondicional, ilimitada, irrevocable de la Inmaculada; quien quiera que seas, cualquier cosa que tengas o puedas,, todo lo que haces (pensamientos, palabras, obras) y soportas (cosas agradables, desagradables, indiferentes), le pertenece completamente a Ella. Por consiguiente, que Ella disponga a su (no a tu) completo agrado. Así también le pertenecen a Ella todas tus intenciones; por tanto que las transforme, añada otras, las quite a su agrado (Ella, en efecto, no puede causar daño a la justicia).

Tú eres instrumento en sus manos; por tanto, haz sólo lo que Ella quiere; acéptalo todo de sus manos. Recurre en todo a Ella como un niño a su madre, confíale todo a Ella.

Ocúpate de Ella, de su culto, de sus cosas y deja que Ella se ocupe de ti y de las tuyas.

Reconoce que has recibido todo de Ella y que nada procede de ti. Todo el fruto de tus obras depende de la unión con Ella, del mismo modo que Ella es el instrumento de la misericordia de Dios.

Mi vida (cada instante suyo), mi muerte (dónde, cuándo y cómo) y mi eternidad te pertenecen totalmente, ¡oh, Inmaculada! Haz de todo ello lo que te plazca.

11) Todo lo puedo en Aquel que me da fuerza (Flp 4, 13) por medio de la Inmaculada.

12) Vida interior: Ante todo dedícate completamente a ti mismo y así podrás donarte completamente a los demás.

(EK 971. Confirmado en los Ejercicios Espirituales de septiembre de 1920)