«El Sábado Santo es el día del silencio de Dios.
Debe ser un día de silencio, y nosotros debemos hacer de todo para que sea una jornada de silencio, como había sido en aquel tiempo: el día del silencio de Dios.
Jesús puesto en el sepulcro comparte con toda la humanidad el drama de la muerte.
Es un silencio que habla y expresa el amor como solidaridad con los abandonados de siempre, que el Hijo de Dios alcanza colmando el vacío que solo la misericordia infinita del Padre Dios puede llenar.
Dios calla, pero por amor.
En este día el amor – aquel amor silencioso – se hace espera de la vida en la resurrección.
Pensemos, en el Sábado Santo: nos hará bien pensar en el silencio de la Virgen, “la creyente”, que en silencio esperaba la Resurrección.
La Virgen deberá ser el ícono, para nosotros, de aquel Sábado Santo.
Pensar mucho como la Virgen ha vivido aquel Sábado Santo; en espera.
Es el amor que no duda, pero que espera en la palabra del señor, para que se haga evidente y resplandeciente el día de Pascua.»
Papa Francisco
Audiencia General
26 de Marzo de 2016