Cuando rezamos el Rosario en presencia del Santísimo Sacramento, amamos a Jesús con el corazón de María. Cuando rezamos el Rosario en presencia del Santísimo Sacramento, entregamos a Jesús la perfecta adoración de María por su Hijo. Unimos nuestro amor por Jesús a la alabanza y al amor perfecto de María. Jesús acoge nuestra hora de adoración como si fuera María misma la que rezara. Independientemente de la debilidad de nuestra fe o de la pobreza de nuestro amor, María nos recibe en su Corazón y Jesús acoge nuestra hora como si viniera directamente del Corazón de su Madre. El Corazón Inmaculado de María compensa lo que le falta a nuestro corazón.

Fuente:es.mariedenazareth.com
Padre Martin Lucia,
En Meditaciones del Rosario de Madre Teresa de Calcuta