«Para que aprendamos de la Inmaculada a adheriral proyecto de Dios con humildad y disponibilidad de corazón»

María muestra que para adherir a la voluntad de Dios es necesario realizar un camino de discernimiento. Cuando nos encontramos ante una intuición que nos parece que viene de Dios, es importante tratar de entender bien su origen, y también cómo poderla realizar. En la Anunciación, María pregunta al ángel, no por incredulidad,sino para comprender mejor el plan de Dios.

Las preguntas de la Virgen son legítimas y hacen entender la importancia de la adhesión a la voluntad divina, que requiere la participación de la mente y del corazón. Los cristianos están llamados a vivir en una constante actitud de discernimiento, estar atentos a entender y realizar el plan de Dios en su experiencia de vida. Esta constante actitud de discernimiento nos la enseña María, que en los Evangelios aparece siempre dispuesta a vivir lo que el Altísimo le revela. El discernimiento, por lo tanto, pertenece a la experiencia de María, que nos enseña a adherir plenamente a la voluntad de Dios, aunque surjan en nosotros inquietudes o dudas. Siempre es importante ser conscientes de lo que hacemos, pero sin comprometer la plena disposición para llevar a cabo el plan de vida que Dios tiene en mente para nosotros. No es casualidad que Pablo VI, defina a la Virgen como Virgen oyente: «María es la Virgen oyente, que acoge con fe la Palabra de Dios: fe que para Ella fue premisa y camino hacia la Maternidad divina» (Pablo VI, Marialis Cultus 17). María nos enseña con autoridad, pidiéndonos que vivamos con fe la voluntad divina. Para la santificación del hombre es fundamental que se pregunte cuál es la voluntad de Dios para él y qué camino debe recorrer para realizarla. La Virgen, con su disposición total y generosa en el cumplimiento de la voluntad divina, es un maravilloso ejemplo para toda la humanidad.

María nos muestra la capacidad de lograr un discernimiento continuo, vinculado a todos los acontecimientos que se refieren a su Hijo. Esto sucedió en el momento de la Anunciación, pero se repitió en otras ocasiones de prueba especialmente delicados como, por ejemplo, en la dolorosa fuga a Egipto (cfr. Mt 2, 13-15) y en el hallazgo de Jesús en el Templo (cfr. Lc 2, 48-50). Estas son situaciones en las cuales la Inmaculada, conservando todo en su corazón, demuestra ser capaz de mantenerse fiel al proyecto de Dios.Lo mismo sucede cuando va a buscar al Señor, preocupada por lo que se dice de Él (cfr. Mt 12, 46-47). Incluso en esta situación sigue su camino respetando la voluntad divina. La misma dinámica se lleva a cabo en el Calvario (cfr. Jn 19,25-27). Según San Maximiliano Kolbe la oración y el amor a la Virgen nos permiten conocerla cada vez más perfectamente y a aprender a vivir sus virtudes. De hecho «…todos y cada uno de los pensamientos, palabras, obras y sufrimientos de la Inmaculada fueron el más perfecto acto de amor a Dios, de amor a Jesús. Seria necesario pues, decir a las almas, a todas y a cada una en particular, a las que viven ahora en la tierra y a las que vendrán hasta el fin de mundo, con el ejemplo, con la palabra viva, escrita, impresa, divulgada a través de la radio, con la ayuda de la pintura, de la escultura, etc. Lo que la Inmaculada pensaría, diría, haría en las circunstancias concretas de la vida presente en los diferentes ambientes sociales, para que un amor perfectísimo el amor mismo de la Inmaculada al corazón divino, pueda encenderse en la tierra» (EK 647).

Como María se encomendó totalmente al proyecto y la fuerza del Altísimo, también los creyentes están llamados a realizar el mismo paso. La experiencia espiritual del Padre Kolbe da testimonio que también en el contexto social en el que nos movemos es posible vivir íntimamente unidos a Dios y ayudar constantemente a los hermanos. Leyendo su historia comprendemos que se trata de un verdadero milagro del amor de Dios. Cuando nos abandonamos a la Omnipotencia divina nuestras vidas se transforman en un milagro de amor. El Señor puede realizar grandes cosas en nosotros, como lo hizo en los santos y en la Virgen María. No limitemos con nuestros egoísmos y con nuestras visiones mezquinas la poderosa acción de Dios. La confianza ilimitada en Dios, para el cual nada es imposible, nos permite convertirnos en testigos e instrumentos de su omnipotencia según el proyecto de bien que ha pensado para nosotros. Kolbe enseña que la Inmaculada puede ser maestra en esta dinámica espiritual. Para reflexionar
– ¿Estoy convencido de que mi santidad es el resultado del cumplimiento del proyecto de Dios para mí?
– ¿La docilidad de María habla a mi corazón, me enseña a estar siempre disponible al proyecto divino?
¿Mi corazón está dispuesto a aceptar lo que el Señor me dice cada día?
María es un ejemplo para san Maximiliano. ¿Me siento inspirado por el maravilloso testimonio de la Inmaculada sobre todo en el ofrecimiento y en la disponibilidad? ¿Cómo lo estoy realizando?
¿Soy capaz de escuchar la voz de Dios y estoy disponible a realizar su proyecto?