Los 100 años de la revista el «Caballero de la Inmaculada»

Los 100 años de la revista el «Caballero de la Inmaculada»

10 octubre, 2022 | Sin categoría

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Con motivo del Centenario de la revista fundada por San Maximiliano María Kolbe, «El Caballero de la Inmaculada», el presidente internacional de la Milicia de la Inmaculada, Miquel Bordas Prószyñski, ha colaborado en la revista de la Adoración Nocturna Española, La Lámpara del Santuario (fundada hace ya 150 años por el venerable Luis de Trelles),de este mes de octubre (nº 30, pp. 20-22).

Ofrecemos a continuación el artículo completo para dar a conocer más y mejor la historia de esta centenaria revista que ha llevado y sigue llevando el mensaje de amor de nuestra Madre Inmaculada a todos los hombres del mundo.

Los 100 años del Caballero de la Inmaculada

Miquel Bordas Prószyñski
Presidente Internacional de la Milicia de la Inmaculada

 

 

El pasado mes de enero de 2022 celebramos el centenario del primer número de la revista Rycerz Niepokalanej («El Caballero de la Inmaculada»), una de las obras más emblemáticas de San Maximiliano Mª Kolbe. Tras sus estudios en Roma, donde fundó la Milicia de la Inmaculada (M.I.) en 1917, y después de su vuelta a Polonia en 1919, el Padre Kolbe había empezado a constituir círculos de la Milicia en algunos conventos de su Orden y también para seglares, especialmente en Cracovia. «Nació la necesidad de comunicarse con los socios por medio de una palabra periódica impresa, o sea, de una revista».[1] Sin embargo, a causa de la tuberculosis, el Padre Kolbe se vería obligado a permanecer varios meses en un sanatorio en Zakopane. A finales de año 1921, por Navidad, San Maximiliano volvió a Cracovia. En enero de 1922 lanzaba el primer número del “Caballero” con una tirada de 5.000 ejemplares. En la editorial de ese número se explicaba que la revista tenía que haber salido un año y medio antes, pero que habían retrasado su publicación dificultades financieras y el fallecimiento de una «potencia» redactora (en referencia al impulsor moral del joven franciscano conventual polaco y alma gemela de San Maximiliano, p. Venancio Katarzyniec).

 El porqué del Caballero

La iniciativa de la nueva revista responde, por un lado, al ideal evangelizador de San Maximiliano y su Milicia, que se concretaba en la búsqueda, con cualquier medio lícito, de la santificación de todos bajo la protección y la intercesión de la Inmaculada, buscando la conversión de los pecadores, herejes, cismáticos y, especialmente, la de los enemigos de la Iglesia, como los masones. Por otro lado, como hemos visto, San Maximiliano quería dotar a la Milicia de un órgano de comunicación y de «apostolado de la buena prensa» para los incipientes grupos y círculos de la M.I. Años más tarde, en una carta a Fr. Lucas Kuźba, desde Japón, San Maximiliano le escribía: «el cometido del Rycerz consistirá en introducir el espíritu de la M.I. en las almas, preocuparse del desarrollo, la profundización y la aplicación del mismo en la vida presente, tanto social, como privada».[2] San Maximiliano consideraba necesario, para consolidar los frutos de la inscripción en la Milicia, que los miembros de la M.I. lean el Caballero.

 El lanzamiento del primer Caballero

El Padre Kolbe sometió la idea de publicar el Caballero a sus superiores, que la autorizaron con la condición de que la publicación no supusiera una carga para la Provincia de la Orden. Por tanto, venciendo su timidez, en los primeros días de enero San Maximiliano llevó a cabo una colecta de fondos pidiendo limosna por las calles de Cracovia. Una ayuda generosa de un párroco de la vieja ciudad polaca permitió financiar en parte la edición del primer número, pero le faltaban 500 marcos. Sin caer en el desánimo, San Maximiliano recurrió a la Inmaculada. Poco después, apareció un sobre en su altar, en la Basílica de San Francisco de Cracovia, con la anotación «Para Ti, oh Madre Inmaculada». Dentro del sobre se hallaba la suma exacta que faltaba para pagar a la imprenta. La Inmaculada siempre respondió puntualmente a la confianza ciega que San Maximiliano depositaba en Ella al emprender esta y otras empresas apostólicas.

 El contenido del primer Caballero

El número de enero de 1922 constaba de 16 páginas. En la portada del primer número podemos contemplar la imagen de la Inmaculada, rodeada en su parte inferior por el lema del Oficio Parvo de la Bienaventurada Virgen María: «Tú que eres la única que has destruido todas las herejías del mundo» y la cita del Génesis: «Ella aplastará tu cabeza» (Ge 3, 15). La imagen central de la Inmaculada está enmarcada por dos espadas verticales, colocadas hacia abajo (la de la izquierda lleva la letra “M” en la marca y la de la derecha la “I”). Sus puntas atraviesan dos serpientes que se enredan en los filos de dichas espadas. Las espadas se clavan en sendas pilas de tres libros cada una: en la pila izquierda, el libro inferior izquierdo lleva en el lomo el título de “Herejías”; encima de la pila derecha hay un cartel con la inscripción: “masonería”, incluyendo un dibujo de una espátula y un martillo (curiosamente, no incluye el mandil masónico). En la parte superior de la imagen, la empuñadura de ambas espadas está unida por el rótulo en el que figura el título de la revista en polaco.

En la editorial de la nueva revista, San Maximiliano, explicitaba su finalidad:

El objetivo del «Caballero de la Inmaculada» no consiste solo en profundizar y fortalecer la fe, indicar la verdadera ascesis y familiarizar a los fieles con la mística cristiana, sino buscar la conversión de los no-católicos, según los principios de la «Milicia de la Inmaculada». El tono de la revista será siempre amistoso con todos, independientemente de las diferencias de fe y nacionalidad. El amor que enseñaba Cristo será su carácter. Y precisamente, por ese amor a las almas extraviadas, que buscan la felicidad, tratará de impugnar la falsedad, iluminar la verdad y mostrar el verdadero camino a la felicidad.[3]

Esta era la intención y el tono del Caballero. En otro momento, San Maximiliano recomendaría a sus frailes colaboradores: “No escribáis nada que no pueda firmar la Inmaculada”, según refiere André Frossard en su biografía No olvidéis el amor, dedicada al santo polaco.

Tras la editorial introductoria, podemos leer en el primer número del Caballero un artículo firmado por el propio San Maximiliano, con el título ¿Dónde está la felicidad? Le seguían otros textos con los siguientes títulos ¿Es buena toda religión? (de Fr. Buenaventura Podhorodecki); Una conversión extraordinaria (texto sin firma, seguramente editado por San Maximiliano, que refería un testimonio del Padre Herman, pasionista, relatando la conversión de un pecador por intervención de Gemma Galgani, todavía en vida de esa santa); Beatos (una poesía del hermano de San Maximiliano, Alfonso Kolbe); La Milicia de la Inmaculada (de Fr. Samuel Rosenbaiger, en el que se explicaba el origen de la MI, se relataban las actividades de los grupos locales de la MI y se justificaba la necesidad de lanzar el Caballero para alcanzar el fin de la asociación); El difunto p. Venancio Katarzyniec M.I. (una semblanza del joven franciscano, fallecido recientemente, a cargo de la pluma de San Maximiliano); finalmente se insertaba el programa de la Milicia de la Inmaculada y el texto del acto de consagración a la Inmaculada; cerrándose el primer número con un testimonio de agradecimiento por la conversión de una persona.

El primer número, tan modesto, del Caballero fue recibido con escepticismo por los ambientes eclesiales de Cracovia y los propios frailes compañeros de San Maximiliano albergaban dudas sobre la viabilidad económica de la iniciativa editorial. San Maximiliano no se desanimaba y animaba a los lectores a difundir al máximo la revista. En una carta confidencial a su hermano Alfonso, redactada en Zakopane el 2 de noviembre de 1926, se sinceraba San Maximiliano:

A veces yo también me maravillaba por el hecho de que, a pesar de mi gran ignorancia, de los errores, las faltas de cortesía, las debilidades y de otras muchas dificultades, el Rycerz existiese todavía, es más, se desarrollase mucho más que otras revistas. A veces me paraba ante la puerta de la sala de las máquinas y me preguntaba: “¿Cómo es posible todo esto?”. Pero apenas levantaba la mirada, tenía la respuesta delante de mis ojos: la Inmaculada. Ella demuestra lo que sabe hacer. Cuando mayor es nuestra incapacidad y más difíciles de superar los obstáculos tanto más se demuestra que ella sola lo hace todo. (…) Otra cosa muy importante es la finalidad de la editorial, es decir, que sea siempre el afán por conquistar para la Inmaculada el mundo entero y todas las almas que existen y que existirán hasta el fin del mundo, y nunca aquella maldita «renta».[4]

 Desarrollo posterior del Caballero hasta nuestros días

En un inicio, San Maximiliano encargaba la publicación de la revista a imprentas locales, pero pronto se dio cuenta del sobrecoste que ello suponía para la misma. De allí que, gracias a la ayuda de un bienhechor, pudo adquirir una imprenta que se guardaba en el convento de las Hermanas de la Virgen María de la Misericordia de Łagiewniki (el mismo en el que años después fallecería Santa Faustina Kowalska). Sin embargo, dado que el convento de los franciscanos de Cracovia donde residía San Maximiliano carecía de espacio para instalar una imprenta, así como “por otras razones”, los superiores de San Maximiliano decidieron trasladar la edición al convento de Grodno (actualmente Bielorrusia). En Grodno, la obra del Caballero se consolidó. También fue creciendo el número de páginas y los contenidos de la publicación. El Caballero incluía artículos de temática mariana, ascética, apologética, franciscana, con narraciones y florilegio de testimonios de conversión, crónica de la vida eclesial y de la propia M.I., así como agradecimientos por las gracias recibidas de la Inmaculada. Oración y mucho trabajo sostenían la llegada puntual de la revista a los hogares de los lectores.

Para facilitar la distribución de la revista, en noviembre de 1927 el convento-editorial de San Maximiliano iniciaría su conocida andadura en Niepokalanów, cerca de Varsovia, llegando años después a tener una tirada de un millón de ejemplares. A raíz de la invasión de Polonia por la Alemania nazi, cesó temporalmente su edición. Durante la ocupación alemana, San Maximiliano solicitó reanudar la publicación de la revista, consiguiendo la autorización para editar un único número en enero de 1940, que salió con una tirada de 120.000 ejemplares. Justificaba así el Padre Kolbe su instancia al Oficial del Distrito Alemán de Sochaczew:

Su fin será únicamente la difusión de la devoción y del amor a la Inmaculada en las almas. (…) Precisamente por eso, nosotros, en el espíritu de la “Milicia de la Inmaculada”, deseamos dar a las almas la posibilidad de conocer cada vez más a la Inmaculada y de que profundicen su amor hacia Ella. Desearíamos hablar en todas las lenguas a todas las almas que viven en esta tierra para describir cada una de las gracias que Ella infunde en las almas, a fin de empujarlas a una confianza y a un amor cada vez más intensos. (…) El Rycerz Niepokalanej obra exclusivamente con el amor y si alguna vez hubiese algo que fuera menos conforme al amor seguramente no sería conforme al espíritu de la M.I. (…). La política no forma parte de los objetivos de la Milicia de la Inmaculada.[5]

En aquel número único editado durante la Segunda Guerra Mundial, San Maximiliano recalcó el fin fundacional del Caballero y de la propia M.I.: «conquistar para Ella los corazones de todos y de cada uno en particular y ayudarles en la obra de la conversión y santificación de sus almas, contribuir a que esta Reina del Cielo llegue a ser también la Reina de la tierra, reconocida y amada por todos los corazones: ése es el fin del Rycerz Niepokalanej»[6].

Pero, tras obtener ese primer permiso, San Maximiliano ya no obtendría otro para seguir publicando el Caballero, siendo detenido poco después, dando gloriosamente la vida en la celda del hambre en Auschwitz el 14 de agosto de 1941. Al término de la Segunda Guerra Mundial, los frailes de Niepokalanów volverían a publicar el Caballero, si bien en 1952 las autoridades comunistas prohibieron su edición, hasta 1981, publicándose desde entonces ininterrumpidamente hasta la fecha de hoy, queriendo cumplir –también en otros idiomas en los que se publica en varios países- el ideal de conquistar el mayor número posible de almas para la Inmaculada.[7] San Maximiliano siempre aspiró a que la

revista se editara en todos los idiomas[8]. Recientemente, la M.I. ha lanzado una edición digital del Caballero común para España y los países hispanoamericanos.

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[1] Escritos de San Maximiliano Kolbe, Centro Internazionale Milizia dell’Immacolata, Roma 2003: EK 1256.

[2] EK 599.

[3] EK 994.

[4] EK 137.

[5] EK 880.

[6] EK 1244.

[7] EK 326.

[8] EK 563, 811 y 930.