Celebramos hoy con gozo la hermosa fiesta de la Virgen del Rosario.
Hoy la Iglesia no nos invita tanto a rememorar un suceso lejano cuanto a descubrir la importancia de María dentro del misterio de la salvación y a saludarla como Madre de Dios, repitiendo sin cesar: Ave María.
La celebración de este día es una invitación a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.
Recemos pues hoy de un modo especial a nuestra Madre, con la oración que más le agrada y que para ella es una corona de «te quieros»: El Rosario

Oración a la Virgen del Rosario
Amada por Dios desde toda la eternidad,
viniste al mundo llena de gracia y sin la más ligera sombra de pecado
para ser Madre de Jesús y Madre nuestra.
Cuando el ángel te saludó en nombre de Dios, respondiste sí a la invitación divina,
y el Verbo se hizo carne en tu seno virginal.
Desde entonces comenzaste a vivir en íntima comunión con Él los misterios todos de su vida,
y te convertiste en Nuestra Señora del Evangelio, de la Redención y de la Gracia.
Junto a la Cruz bebiste con tu hijo Dios el cáliz amargo del dolor
y unida a Él mereciste para todos los redimidos la vida eterna.
El Espíritu Santo descendió en Pentecostés nuevamente sobre Ti
y te consagró Madre de la Iglesia.
Coronada ahora en el Cielo como Reina y como Madre de todo lo creado.
Tu corazón continúa aquí en la tierra. En El confiamos.
Madre del Rosario acércate aún más a nosotros.
Te pedimos por los que no tienen fe o rechazan tu luz.
Por los que no tienen pan.
Por los enfermos y por los sanos.
Por los que viven angustiados o sufren sin esperanzas.
Por los hogares que se elevan y por los hogares que amenazan ruinas.
Santifica y fortalece al Papa, el dulce Cristo en la tierra, a los Obispos y sacerdotes,
a todos los llamados a seguir más de cerca de Jesucristo.
Enciende en sus corazones un fuego que jamás se extinga.
Madre del Rosario, únenos a Ti en la tierra y llévanos contigo al Cielo.
Amén