
Celebramos ayer, 7 de octubre, la festividad de Ntra. Sra. del Rosario. Como San Maximiliano María Kolbe nos recuerda, la Santísima Virgen recomienda a menudo esta oración tan poderosa y que tanto le agrada. “Una oración simple y sublime a la vez, que la misma Inmaculada indicó cuando se apareció en Lourdes, es el santo rosario – explica el P. Kolbe. –Que éste se convierta en la espada de cada caballero de la Inmaculada, lo mismo que la medallita es la bala que vence el mal” (EK 1088).
La Madre de Dios reveló al Beato Alano de la Roche que, “después del Santo Sacrificio de la Misa, que es la primera y más viva memoria de la pasión de Jesucristo, no hay devoción más excelente y meritoria que el Rosario, que es como una segunda memoria y representación de la vida y pasión de Jesucristo”. También dijo la Virgen al Beato Alano: “Sabed que, aun cuando hay gran cantidad de indulgencias concedidas a mi Rosario, yo añadiré muchas más por cada parte de él en favor de aquellos que lo recen sin pecado mortal, de rodillas, devotamente; y a quienes perseveren en la devoción del Santo Rosario, en estas condiciones y meditaciones, les conseguiré, en premio de este servicio, la plena remisión de la pena y de la culpa de todos sus pecados al fin de su vida. Y que no te parezca esto increíble; es fácil para mí, pues que yo soy la Madre del Rey de los cielos, que me llama llena de gracia, haré también amplia efusión de ella sobre mis queridos hijos”. (“El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”, San Luis María Grignion de Montfort).
Al Beato Alano se le atribuyen también las promesas de la Virgen María para aquellos que recen el Rosario:
1.- El que me sirva, rezando diariamente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2.- Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3.- El Rosario será un fortísimo escudo de defensa contra el infierno, destruirá los vicios, librará de los pecados y exterminará las herejías.
4.- El Rosario hará germinar las virtudes y también hará que sus devotos obtengan la misericordia divina; sustituirá en el corazón de los hombres el amor del mundo al amor por Dios y los elevará a desear las cosas celestiales y eternas. ¡Cuántas almas por este medio se santificarán!
5.- El alma que se encomiende por el Rosario no perecerá.
6.- El que con devoción rezare mi Rosario, considerando misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá muerte desgraciada; se convertirá, si es pecador; perseverará en la gracias, si es justo, y en todo caso será admitido a la vida eterna.
7.- Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin auxilios de la Iglesia.
8.- Quiero que todos los devotos de mi Rosario tengan en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia, y sean partícipes de los méritos de los bienaventurados.
9.- Libraré pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.
10.- Los hijos verdaderos de mi Rosario gozarán en el cielo una gloria singular.
11.- Todo lo que se me pidiere por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12.- Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13.- Todos los que recen el Rosario tendrán por hermanos en la vida y en la muerte a los bienaventurados del cielo.
14.- Los que rezan mi Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15.- La devoción al santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.

Como decía Santa Teresita del Niño Jesús: “con el Rosario se puede alcanzar todo. Según una graciosa comparación, es una larga cadena que une el cielo y la tierra, uno de cuyos extremos está en nuestras manos y el otro en las de la Santísima Virgen. Mientras el Rosario sea rezado, Dios no puede abandonar al mundo, pues esta oración es muy poderosa sobre su Corazón”.
Este mes de octubre, “mes del Rosario”, aprovechemos a profundizar en el reso del Rosario que, como dice San Maximiliano, “alegra mucho a la Inmaculada”. Además, como añade el santo franciscano, “con esta oración podemos obtener fácilmente grandes gracias y la bendición divina” (EK 1171).
“El beso es expresión de amor y engendrador de amor; enciende los corazones; se repiten los besos y auméntase el afecto, y nunca acabarían de darse besos los que de veras se aman. La sucia carne envenena la pureza de un beso; pero los besos del espíritu, esos besos del alma a la purísima Virgen, de que nos habla San Bernardo, pueden repetirse y multiplicarse, multiplicando el afecto del cristiano; el amor mutuo entre María y sus devotos crece al compás de los Rosarios que éstos le rezan”
(Venerable Mons. José Torras y Bages, Obispo de Vic, fallecido en 1916. “El Rosario y su mística filosofía”, 1886, III, p. 20.)