INTENCIONES DE LA MI INTERNACIONAL PARA EL 2014 – FEBRERO
La Pobreza Interior
Como ya adelantamos en el mes de Enero, desde nuestra casa madre de la Milicia de la Inmaculada Internacional en Roma nos ofrecen a lo largo de estos 12 meses del 2014 que reflexionemos sobre una serie de intenciones, que en el fondo son virtudes que como cristianos tenemos que seguir cultivando toda nuestra vida. Como mensaje e intención que debemos grabar en nuestro corazón para todo este año, tenemos el mensaje de nuestro Asistente Internacional de la Milicia de la Inmaculada, el Padre Raffaelle Di Muro:«Pobres servidores del Señor, estamos al servicio de los pobres»
Febrero
La Pobreza interior: Que aprendamos de la Inmaculada a alimentar en nosotros la pobreza interior que nos permita recibir la gracia de Dios.
María enseña con autoridad a los creyentes a vivir en una actitud de humildad y de aceptación de la voluntad divina. Para la santificación del hombre es esencial que él se pregunte qué le pide Dios y el camino que le presenta. La Virgen muestra esta atención y se convierte en un maravilloso testimonio para la humanidad, disponiéndose en modo total y generoso a cumplir los deseos divinos.
No olvidemos que Ella es feliz porque ha creído en la Palabra del Altísimo. María tiene confianza en Dios, se abandona su voz, confía en su omnipotencia. Su «sí», el cuidar a Jesús y a Isabel, son el resultado de su confianza en Él. La escucha de la voz del Altísimo permite a María lanzarse en la caridad hacia Jesús, hacia Isabel. Existe una relación significativa entre la capacidad de humilde escucha y el amor a los hermanos. Esta es la enseñanza de María: amarla quiere decir imitar su manera de acoger y de donar.

Maximiliano Kolbe en su artículo aparecido en El Eco de la Inmaculada, el 24 de diciembre de 1938, escribía: «Ya en el momento de la Anunciación, la Santísima Trinidad, por medio de un ángel, te había presentado con claridad su plan de redención y esperaba una respuesta de ti. En ese momento te diste cuenta a qué dabas tu consentimiento, ¡de quién estabas a punto de ser madre! Y ahora está ante ti, en la forma de un débil recién nacido. ¿Qué sentimientos de humildad, de amor y gratitud colmaron en ese momento tu corazón… mientras admirabas la humildad, el amor y la gratitud que el Dios encarnado tenía hacia ti. ¡Te ruego, colma también mi corazón de tu humildad, de tu amor, de tu gratitud!»(EK 1236).

La Inmaculada muestra su humildad también en el asociarse perfectamente a la kénosis del Hijo. Ella nos enseña a transformar nuestros momentos de cruz en tiempos de unión con el Crucificado, al cual queremos estar profundamente unidos. Aquí están las palabras proféticas y significativas del Papa Pablo VI: «Finalmente, María es la Virgen oferente. En el episodio de la Presentación de Jesús en el Templo (cfr. Lc 2, 22-35), la Iglesia, guiada por el Espíritu, ha vislumbrado, más allá del cumplimiento de las leyes relativas a la oblación del primogénito (cfr. Ex 13, 11-16) y de la purificación de la madre (cfr. Lev 12, 6-8), un misterio de salvación relativo a la historia salvífica: esto es, ha notado la continuidad de la oferta fundamental que el Verbo encarnado hizo al Padre al entrar en el mundo (cfr. Heb 10, 5-7); ha visto proclamado la universalidad de la salvación, porque Simeón, saludando en el Niño la luz que ilumina las gentes y la gloria de Israel (cfr. Lc 2, 32), reconocía en El al Mesías, al Salvador de todos; ha comprendido la referencia profética a la pasión de Cristo: que las palabras de Simeón, las cuales unían en un solo vaticinio al Hijo, «signo de contradicción», (Lc 2, 34), y a la Madre, a quien la espada habría de traspasar el alma (cfr. Lc 2, 35), se cumplieron sobre el calvario»(Pablo VI, Marialis Cultus, 20).

Para reflexionarReflexionemos sobre nuestra capacidad para acoger el plan de Dios:

– ¿Se basa en la humildad y en la escucha como lo enseña la Inmaculada?– La humildad de María ¿me anima a depender totalmente de Dios, en una actitud de silencio, de escucha y de adoración?– ¿Tengo suficiente humildad para transformar los momentos de prueba en tiempos de gracia y de bendiciones?– ¿Vivo los momentos de fatiga y la humillación con la certeza de que forman parte de mi camino de santificación?– ¿Miro a María cuando estoy en el dolor?